CARTA AL PUEBLO


EL GOBIERNO MUNICIPAL

Aquí en nuestra municipalidad de Santa Bárbara, nuestros brillantes y recursivos políticos hereditarios han ensayado muchísimos sistemas de gobierno local, y en apariencia mas diversas y después del último mandato cuatrienal fracasado, aun no han podido definir cual de todos le conviene a esta especie de laboratorio, donde el conejo de indias se llama Santa Bárbara. Mientras en este pedazo de tierra municipal, el exaltado se declara como único dueño de sus ex agües destinos, por el otro lado, el primario acepta a regañadientes su sumisión a una voluntad controversial.

La municipalidad en un abrir y cerrar de ojos pasa en breve e irregular periodo de un régimen a otro convencido todo el mundo equivocadamente de haber adoptado en cada caso el mejor. Inventada la luz eléctrica se abolieron los diferentes procedimientos de alumbrado y nadie osaría volver a iluminarse a lo antiguo. Mas para nuestro despiertos y brillantes exaltados, todos los inocuos sistemas para gobernar, continúan en uso porque las diferencias son tan imperceptibles (Piensan ellos) o aparentes y mientras cambian allí encerrados entre cuatro paredes, las denominaciones y las exterioridades, es casi siempre cuando asumen los destinos de todo un pueblo obnubilado por su fe en quienes eligieron y no logran definir concienzudamente si ello se debió por su valor, por simulación deliberada o por la fuerza.

Sin embargo, todo hombre está al error de las bajas pasiones, a los connotados espejismos, de las áridas e hirvientes arenas de su raciocinio, o en los fermentos de la ambición. Debería de saber con suficiente ilustración que el único gobierno que debe prevalecer  el único conveniente duradero y ecuánime es el imperio de la ley. ¡por lo menos debería ejercerla sin menoscabo pues estamos simplemente a la deriva!

Mientras no sepa el exaltado y exija que la ley sea la autoridad suprema, inconmovible e intocable y se resigne no solamente a servir a los ambiciosos del poder, él mismo será pasto de simulación y del engaño, y se verá grandemente acrecentada la miseria y la deshonra de todo un pueblo.

Jairo Caruso

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